A dos años de la aprobación de la Ley de Etiquetado Frontal en el Congreso Nacional, seguimos exigiendo su correcta implementación. ¿Qué implican los sellos? ¿Por qué son importantes? ¿Qué vemos hoy en las góndolas y qué queda por hacer?
“Adiós al niño astronauta”, “Pensé que era light”, “¿No más sorpresa?”, “Arruinan todo”, “Podría ser mejor la Ley”, “Un proyecto que no sirve para nada”. Desde que los sellos de advertencia salieron a la luz con la Ley de Etiquetado Frontal, seguimos escuchando cuestionamientos a la misma. Un duelo por parte de lxs consumidorxs al encontrarse con que los productos que creían saludables no lo son. Nunca lo fueron, solo que ahora lo sabemos.
La Ley de Promoción de la Alimentación Saludable
El 26 de octubre de 2021 se aprobó en la Cámara de Diputados la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable, más conocida como Ley de Etiquetado Frontal.
Según los resultados de la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2019), en Argentina las Enfermedades No Transmisibles (ENT) son responsables del 73,4% de las muertes1 y son la primera causa de muerte en el país. Una de los principales causantes de las ENT es la mala alimentación, canalizada en el consumo en exceso de nutrientes críticos (azúcares, calorías, sodio, grasas totales y grasas saturadas). Los mismos que vemos hoy en los sellos de advertencia.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) reconoce al Etiquetado Frontal de Alimentos como una política clara para la prevención de las ENT, ya que facilita al consumidor la posibilidad de elegir productos saludables y esto repercute directamente en su alimentación.
Una ley que desenmascaró a los ultraprocesados
En agosto de 2021 comenzó la implementación de la Ley en Argentina; aun así nada garantiza que se esté implementando de manera adecuada.
Hoy nos encontramos con una presencia ascendente de sellos en los productos. También sucede que algunos productos nos confunden porque todavía no tienen, y otros que sí tienen pero que conviven con un stock remanente elaborados previos a la implementación de la ley. A dicho impacto se le suma la escasa educación e información que brinda el Ministerio de Salud acerca de la misma, lo que produce desconocimiento hasta por parte de profesionales de la salud. Muchos de los mismos, que bien conocen la Ley, salieron a criticarla por sus conflictos de interés con la industria alimentaria.
Esto genera a la vez un duelo por parte de lxs consumidorxs, que descubren que productos que creían “buenos”, “lights” o “saludables” no lo son; o comparan productos por la cantidad de sellos que tienen — que no son comparables por ser distintas familias de productos, como el queso y la mayonesa — y se frustran en la compra. El duelo, también, es por el apego que las personas tienen con las marcas que históricamente nos han vendido una ilusión o promesa de vida: hoy nos encontramos con que eso que le dábamos a lxs niñxs para crecer es una bola de azúcar. Y todo esto genera rechazo. Pero justamente las políticas públicas son democráticas, y esto implica que nos ponen a todxs en igualdad de condiciones. Todxs recibimos la misma información para poder decidir, no se nos está prohibiendo nada.
¿Por qué todavía algunos productos no tienen sellos?
La Ley establece que deben llevar octógonos negros aquellos productos comestibles procesados y ultraprocesados, y bebidas con excesos de azúcares añadidas, sodio, calorías, grasas totales y/o grasas saturadas, según el sistema de perfil de nutrientes de la OPS. Además, aquellos productos que contengan cafeínas y/o edulcorantes deberán llevar un sello precautorio para advertir que su consumo es dañino para las infancias.
La reglamentación de la norma contempla una implementación gradual, distinta para PyMES y grandes empresas. A esto se le suma el pedido de prórrogas por varias marcas que aún desconocemos. No nos confundamos, si bien todos los productos no van a llevar etiquetas, que un producto hoy no las tenga no quiere decir que no le corresponda tenerlas. Además, también varía por la reposición de stock, donde muchos productos elaborados previos a la Ley siguen aún expuestos en las góndolas.
Por último, y no es menor mencionar, muchas empresas incumplen la Ley utilizando distintas estrategias: ponen los sellos en el dorso del producto cuando deberían estar en el frente; utilizan personajes que resulten atractivos para las infancias a la hora de elegir; o utilizando leyendas — como por ejemplo “0% grasas trans” o “Fuente de calcio”— cuando los productos con al menos un sello no pueden incluir información nutricional complementaria. Estos incumplimientos se pueden denunciar en la plataforma de participación ciudadana que realizamos en conjunto con una red de organizaciones de la sociedad civil: https://nolodejemospasar.org/ .
¿Qué desafíos quedan por delante?
Si bien los puntos más conocidos de la Ley son las etiquetas en los productos y su forma de publicitarlos, no es lo único que esta política regula: también influye en las compras públicas y los entornos escolares. Pero, ¿por qué se distinguen estos puntos? Justamente porque dependen de la adhesión de las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y sus propias reglamentaciones respecto a estos puntos. Al día de hoy, solo siete provincias adhirieron a la norma. Para ahondar sobre esto, se puede consultar el Mapa Normativo del Etiquetado Frontal en Argentina, una herramienta para la ciudadanía desarrollada por la Fundación para el Desarrollo de Políticas Sustentables y la Fundación Sanar.
La protección de niños, niñas y adolescentes
La ley busca proteger a las infancias, no solo de la publicidad engañosa antes mencionada, sino también garantizando entornos escolares saludables. Este último punto peligra con la falta de adhesión de las provincias.
Este concepto contempla el ingreso de productos con sellos a los comedores y kioscos escolares, y se relaciona directamente con las compras públicas, ya que regula la elección del estado en sus compras para priorizar productos sin sellos. Para que la Ley no represente solamente un beneficio para quienes podemos elegir qué consumir, ya sea por nuestra edad o condiciones socioeconómicas, es fundamental que estos ejes de la Ley se implementen adecuadamente en cada una de las jurisdicciones. Para eso, necesitamos que todas las provincias adhieran a la Ley integral.
Si bien vemos grandes avances, aún queda mucho por hacer. Desde Consciente Colectivo seguiremos militando la correcta implementación de la Ley, como puerta de entrada a otras políticas públicas hacia la soberanía alimentaria y para que se garantice el derecho a la alimentación saludable. Comer adecuadamente no debe ser un privilegio.
*Por Ariana Krochik